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viernes, octubre 26, 2012

UNA BANDERA SINGULAR

Todas las banderas del mundo encierran en sus colores y símbolos un mensaje, inspirados en objetivos trascendentes hasta donde alcanzan la inspiración y los conocimientos de los creadores y el destino de los pueblos que la enarbolan.

La bandera Argentina, no se impone por su colorido, no contiene ni el rojo de la sangre, ni el verde de los pastos de África, ni el profundo azul de los mares, ni el negro de la muerte, ni Luna ni estrellas, no esta crucificada  ni vertical ni transversalmente, exhibe una simpleza que induce  pensar carece de contenido.

En la escuela primaria se nos enseñaba que la bandera había sido inspirada por el azul del cielo y el blanco de las nubes, y en mis cortos años me parecía una ingenuidad.

Así la veía hasta que he logrado descifrar el alto contenido cosmológico que encierra, inducido por una bandera de creación reciente, con la que comparte casi los mismos componentes, no puedo por tanto evitar hacerlo público, en lo que estimo se me ha resultado como una grandiosa y trascendente armadura.




En el centro el Sol, que es también estrella, el postrero dios, tal su lugar que se ha permitido ordenar reuniendo desperdigados planetas con sus acólitos que lucen como satélites en el nuevo sistema.

El celeste cielo, atmósfera abrazadora de la tierra, mismísima Natura, Madre de la diversidad de vida orgánica a la pertenecen los hombres, con vestidura gaseosa de Oxígeno y Nitrógeno, que difractan los rayos solares y la hacen lucir única entre los planetas.

El blanco de la nubes, nubes que resumen el pensamiento y la memoria, comprende las que se encuentran inmersas en la atmósfera que la matizan, pero por sobre todo las otras que pueblan como cirros en cercanía de Febo y plus ultra como cerebro de éste sistema y posiblemente de muchos otros.

viernes, octubre 19, 2012

LEON LIBERTAD

Vivíamos junto con los abuelos en una casa céntrica de la ciudad de La Falda, cuando a fines del años 1948 nos mudamos a una nueva casa a Huerta Grande, un pueblo vecino a dos Km de distancia, donde sólo permanecimos ocho meses, porque abuelo adquirió una casa mas grande, en el barrio los manantiales,  el chalet “El Oberito” en la calle que limita ambos pueblos, con la intención patriarcal de que nuevamente compartiéramos la existencia.

En realidad se amplió la familia, por cuanto ya no éramos papa, mama,  Héctor y yo, sino que además veníamos con Don Oscar y Doña Alicia, un matrimonio sin hijos que vivían en el departamento superior de la casa del barrio los Lirios de Huerta Grande, cuya planta baja ocupábamos .

Encariñados con nosotros, pidieron acompañarnos a nuestro nuevo domicilio, ambos vascos don Oscar Tarrío y Doña Alicia de la Barrera, vasca Francesa, comerciantes que procedían de la provincia de Buenos Aires,  quienes constituyeron el complemento educacional Ibérico, galo y porteño de Héctor y yo hasta los nueve años cuando adquirimos la independencia familiar, por cuanto volvimos  a nuestra primigenia casa del centro de la ciudad de La Falda, ya para vivir en soledad.

Los principales beneficiados al vivir con los abuelos fuimos los nietos, que teníamos   a la vista un modelo de persona adulta que  dejaba  trascender su enorme experiencia. Claro nadie es perfecto pero la inteligencia consiste en quedarse con lo positivo, que tenía y mucho.

Los alrededores estaban ocupados por unas pocas residencias con terrenos de cuarto a una manzana, que sólo se ocupaban durante el verano el resto sin edificar con flora autóctona.

Vivíamos en contacto con los dioses, hasta escuchábamos los coros celestiales.

Nuestros amigos en la cercanía eran los miembros de una familia con seis hijos, de padre Chileno y madre hija de italianos de la provincia de Buenos Aires, que nos aportaban la información vernácula de la política nacional que vivían con toda intensidad  que estaba absolutamente ausente en nuestra casa,  así como las costumbres propias de la gente rústica.

Abuelo inmediatamente comenzó a edificar la ampliación de la residencia patriarcal, construyó no una pileta sino dos, la mas chica para los chicos en la parte mas baja del terreno,  de paso servía para regar los frutales, de damascas (son mas grandes que los damascos) ciruelas rojas y blancas, membrillos, duraznos y algún otro frutal que no recuerdo a la fecha.

Teníamos a la vista no sólo los modelos de persona mayor de abuelo, Don Oscar y señora, (que mi hermano nombra como los profesores de la universidad) los  trabajadores de la construcción, con sus pulidas herramientas, los turistas que transitaban hacia cerro el dragón,  que se detenían a intercambiar algunas palabras con nosotros.

Abuelo tenía como modelo a su propio abuelo Azatián por vía materna - así como Carlos V lo tenía de su bisabuelo, también por vía materna  Carlos el Temerario- , (azat quiere decir libertad)  en memoria de quien cuando nací pidió me pusieran como nombre su apellido y mi abuela entonces aportó el nombre de uno de sus hermanos, Levón, que se corresponde con el de los reyes armenios, así soy llamado León ante la imposibilidad de inscribirse Levón como hasta hoy se me nombra.

 En los largos seis años que permanecimos en  el populoso chalet “El  Oberito”, desfilaron innumerables visitas, por supuesto mayoritariamente de origen armenio, que me permitió  realizar un curso de sicología y política internacional, al conocer la mas variada gama de personalidades y nutrirme de  las historias de las vicisitudes de los armenios en su periplo de diáspora. Preguntado mi nombre por los visitantes, ninguno faltaba que no me llamara Levón tacabor (rey levon).

Largas jornadas de lágrimas se vertían espontáneamente como complemento de los recuerdos de los  infortunios que los obligó a la partida y de otros tantos en el largo trayecto desde  su patria hasta América, pero repuestos se permitían reconstruir en forma aproximada su estilo intercambiando relatos y cuentos, matizados con largas carcajadas,  algunos de los cuales ya he publicado con anterioridad en este blog.

domingo, octubre 07, 2012

LOS PILGRIM DEL FAR SUD

Descendiente de los pilgrim armenios, me encuentro siendo parte de un país que se ha permitido aportar a su vez pilgrim argentinos en todo el mundo, en el año 1880 en la ciudad de Buenos Aires tres de cada cuatro habitantes era extranjero, hoy a ciento treinta años de distancia los expatriados invocan geneticamente su origen pero poniendo de resalto su nacionalidad argentina.

Dicen que hasta los propios judios emigrados a Israel anteponen su condición de argentino.

Entre aquellos extranjeros de los primeros años del siglo veinte, se encontraba un tío abuelo llegado desde  los  Estados Unidos, invocaba a voz de cuello haber sido peregrino (hajj) a Jerusalem en el vientre de su madre, tradición de los armenios, todos cristianos inmersos entre musulmanes.

Era hijo de otro peregrino, su padre Krikor apuesto joven rubio de ojos azules, que cuando se dirigía a Jerusalem habia sido cooptado por quien según surge tenía inclinación nórdica y sería con posterioridad su suegro, ofreciendole condiciones ventajosas si se casaba con su hija.

El último peregrinaje lo hicieron obligados mis abuelos, asaltadas sus casas y bienes partieron con destino incierto aunque prefijado por los dioses hacia el far sur del continente americano, "aquí haré de mi descendencia un pueblo" decía, quería tener cuarenta nietos e incentivaba a sus nueras la procreación,  sólo llegaron a catorce.


Recorrido el continente, en mi caso,  no había podido cruzar el charco, pero después de realizar un periplo por diez países de centro Europa, atendido mas allá de mis merecimientos, valoro mi lugar de nacimiento que me ha formado, como a todos los de mi generación, como ciudadano del mundo.