No existe forma de impedirlo, el argentino se siente ciudadano del mundo, nada de lo que pasa en el orbe le resulta ajeno, que se pone de resalto cuando interviene en la ecuación algún compatriota.
Desde el confínis del mundo, este pueblo heredero de un virreinato desde donde se embarcaba la plata acuñada como moneda que permitió la opulencia de Europa, que posteriormente incorpora masiva población europea y asiática de tal forma que en la década de 1880 dos tercios de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires eran extranjeros, sus descendientes emigrados en todo el orbe, herederos de aquellos que se sentían europeos en el exilio, vive, piensa y sufre con la mirada allende los mares.
Por eso hoy se encuentra agobiado, se tiene que ocupar de la entronización del Papa, del gobierno de Italia cuyo primer ministro ha sido alcanzado por el ser nacional durante el período que con su familia viviera aquí, de la entronización de Guillermo en Holanda (considerado casi mas argentino que Máxima), de la escisión de la Cataluña de Messi, del destino de la monarquía de España, que sufren miles de emigrados hijos de españoles anti monárquicos, de la puja de medio oriente entre árabes y judíos numerosos ambos en el país, de la problemática de los Árabes con Maradona que cuando se descuiden les crea un emirato propio, y como si fuera poco de los acontecimientos domésticos que felizmente nunca faltan y que como colofón aplica la restricción al acceso a divisas que debe ser la mas dolorosa limitación que se le puede realizar a quienes, propio del alma vernácula, viven proyectando el próximo viaje.
También de Inglaterra con la que nos encontramos enfrentados por Malvinas, estamos atentos, que si Felipe hace pipi, que si Isabel hace popo demás que si el ruso con esposa española desplaza a Camerun, que si Catalina tiene nena o varón.
Dejo pendiente la problemática de área científica con un argentino en cada universidad y con un profesional en cada centro de investigación, no padezcan por ello los de otras nacionalidades, por cuanto es el único caso, de una identidad nacional de carácter internacional, todo argentino goza sintiéndose de la nacionalidad del país que visita o del viajero que lo visita.
Sólo falta que el norte realice una tracción de aquel que le reorganice y que a modo de papa laico, como austríaco convoque a la globalización, porque la divisa ( a e i o u) Austria Est Imperare Orbi Universo, puede leerse también América Est Imperare Orbi Universo y para ello como el Vaticano necesitará de un argentino.
viernes, marzo 22, 2013
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