RUIDOS SIEMPRE ANTES Y AHORA MAS ESTRUENDOSOS

Tiempo de intramuros, con acceso al mundo vía digital y a biblioteca universal, nivel acústico ajustado, sin sandios con quien alternar sin tonteras que escuchar ni bobas contemplar.

Anoche mientras caminaba después de la cena por la calle principal de mi pueblo, convertida en peatonal y en circo barato, cada cincuenta metros se ofrecía un espectáculo vulgar, alto nivel sonoro, tatuados y con aros en orejas deformadas, me sentí como un transeúnte del infierno.

Duro a sido escuchar a una boba argentina hablar ex cátedra apoyada en una corte de pollerudos, con los que destruyó la educación para generar esta caterva de indeseables, orgullosa porque en las villas de emergencias se construían edificios de varios pisos, y ahora alentando a la desobediencia civil.

Veo un tiempo peligroso, como que se está fomentando un nuevo antro subversivo, al estilo argentino, algo que ya vi en la década del sesenta, en paralelo con los actos de terrorismo del resto del mundo en cada caso inspirados en propios delirios, de tal entidad que hasta la vaca abandona el corral.

Hace falta el silencio, escuchar los sonidos del vacío, apagar la luz para contemplar la imágenes de los cuerpos que no irradian  y así decir con Fray Luis de León 1527-1591

¡Qué descansada vida 
la del que huye del mundanal ruido, 
y sigue la escondida 
senda, por donde han ido 
los pocos sabios que en el mundo han sido; 
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Vivir quiero conmigo, 
gozar quiero del bien que debo al cielo, 
a solas, sin testigo, 
libre de amor, de celo, 
de odio, de esperanzas, de recelo.