Monárquico por apellido, antes que por presencia, mucho menos por pensamiento ocupado en los últimos números de la lotería. Trabajador in extremis y mucho mas jugador, como tal siempre en déficit.
Llego a mi pueblo, cuando era pueblo, y me contó las tribulaciones que había padecido buscando un tesoro escondido en un sector de su campo. Después de mucho transpirar, porque era de aquellos que no omitían esfuerzo, alcanzó el resultado, por supuesto no el perseguido, sino el otro. Nada.
En paralelo, en las cercanías otro monárquico, también por apellido antes que por aspecto, perteneciente al linaje de los tehuelches, pueblo originario del sur de la provincia de Buenos Aires, hábil trabajador en actividades varias, absolutamente orate, que hablaba ex cáthedra y que daba la impresión de exigir guantes de especialista antes de encarar el trabajo, delirante que era se permitió aconsejar a un establecimiento hotelero cavar un pozo, bajo su dirección para acceder al agua subterránea que no podía estar ausente en el subsuelo, según decía.
El establecimiento estaba en la parte mas alta de una loma de roca pura, a pico y pala, el avance era centímetro a centímetro, transcurrido el año, se alcanzó el objetivo, en el fondo del pozo. Por supuesto no el buscado sino el otro. Nada
martes, marzo 08, 2011
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