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miércoles, junio 15, 2011

DE MI LIBRO CUENTOS DE MI ABUELO

Cuento 14.- El rey y las berenjenas

Había salido el rey acompañado sólo con su asistente para realizar una corta recorrida por la región con el propósito de colectar información respecto del estado de la flora que en esta época del año, por las excesivas tormentas había sufrido el exceso de agua.

Cuando se encontraba en el punto más distante, se desata otro aguacero de aquellos que impiden guarecerse hasta a los mismos reyes.

Son esas sorpresas que los dioses tienen reservadas, que se abstienen de comunicar, como lo hacen asiduamente en otros mil aspectos a los soberanos, a quienes alertan y previenen sobre lo mas mínimos detalles del devenir.

Pero no esta vez, algo que produzco desazón en el Rey, que se cuestionaba el motivo de la omisión, había tenido en la noche anterior la sesión acostumbrada con los espectros de los reyes que le precedieron, y en sueños la visión del trayecto a realizar y las plantas a observar, pero sobre la tormenta nada.

Me siento como un simple mortal, se cuestionaba en su fuero interno, como esos gobernantes ciegos y sordos, ignorantes que nada saben sobre el pasado ni el devenir, simples marionetas que se emplean en comer y beber y en licenciosas jornadas de juergas y juegos, que agotan su existencia en ésta vida, para dormir definitivamente en sepulcros ornados.

Es preferible no ser, antes que ser abandonados, hasta cuando se extenderá este sufrimiento de la existencia, se decía, no quiero trascender para asumir una nueva etapa cargada de adversidad. Renuncio desde ya a la próxima vida, pensaba ya sumergido en una profunda depresión, que todo se acabe para siempre pedía.

Como la lluvia antes que menguar aumentaba en intensidad, se guarecen en la cabaña de un paupérrimo productor, que recibe eufórico la presencia del Rey, enciende el hogar al frente del cual cuelga parte de la ropa de los visitantes, y calienta la comida que sirve inmediatamente a base exclusiva de berenjenas

La berenjena no estaba incluida en la dieta del rey, por lo que ofrece cierta resistencia que se encarga su asistente de remediar inmediatamente, señalando que se trataba de un alimentos propio de un rey porque tiene corona, además de un brillo lustroso propio de los elegidos y que da tanto placer en la boca como en el lecho.

De regreso a Palacio habiendo degustado a satisfacción pide nuevamente berenjenas, que ya se consideraba impropio como alimento de un rey por lo que el mismo asistente ahora señala que la corona es de espinas, además es muy oscura y llena la cabeza del gobernante de malos pensamientos.

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