Descendiente de los pilgrim armenios, me encuentro siendo parte de un país que se ha permitido aportar a su vez pilgrim argentinos en todo el mundo, en el año 1880 en la ciudad de Buenos Aires tres de cada cuatro habitantes era extranjero, hoy a ciento treinta años de distancia los expatriados invocan geneticamente su origen pero poniendo de resalto su nacionalidad argentina.
Dicen que hasta los propios judios emigrados a Israel anteponen su condición de argentino.
Entre aquellos extranjeros de los primeros años del siglo veinte, se encontraba un tío abuelo llegado desde los Estados Unidos, invocaba a voz de cuello haber sido peregrino (hajj) a Jerusalem en el vientre de su madre, tradición de los armenios, todos cristianos inmersos entre musulmanes.
Era hijo de otro peregrino, su padre Krikor apuesto joven rubio de ojos azules, que cuando se dirigía a Jerusalem habia sido cooptado por quien según surge tenía inclinación nórdica y sería con posterioridad su suegro, ofreciendole condiciones ventajosas si se casaba con su hija.
El último peregrinaje lo hicieron obligados mis abuelos, asaltadas sus casas y bienes partieron con destino incierto aunque prefijado por los dioses hacia el far sur del continente americano, "aquí haré de mi descendencia un pueblo" decía, quería tener cuarenta nietos e incentivaba a sus nueras la procreación, sólo llegaron a catorce.
Recorrido el continente, en mi caso, no había podido cruzar el charco, pero después de realizar un periplo por diez países de centro Europa, atendido mas allá de mis merecimientos, valoro mi lugar de nacimiento que me ha formado, como a todos los de mi generación, como ciudadano del mundo.
domingo, octubre 07, 2012
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