Bueno, y no se acabó, así que aguante y absténgase, tire hacia delante que no faltaran otros augurios, porque de todas formas en algún momento el fin llegará si no colectiva al menos en persona.
Ergo no tengo mas remedio que seguir escribiendo y mis lectores en soportarme y como me había despedido hasta el siguiente año, acá estoy iniciando el nuevo ciclo maya, el catorce, de ciento cuarenta y cuatro mil días.
Los días pasados frente al mar, me acercaron al pensamiento de Newton “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”, a partir del cual me permito completar diciendo lo que no sabemos, lo sabe el océano.
Lo que no pude descifrar es el género, porque en realidad carece de género, para nosotros es masculino, decimo el mar y para los españoles es femenina, la mar, esta ambigüedad dificulta la estrategia tendiente a extraerle sus conocimientos y de adquirir la técnica que le permite comunicarse con los otros mares del cosmos y de controlarnos a partir de la porción dominante de agua que portamos.
No por sintético deja de ser abundante, así dejo para la reflexión este corto enunciado, mucho mas se podría analizar a partir de los mitos que encierran las religiones monoteístas vigentes, donde el agua tiene tanta entidad en los ritos.
“He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi.” Isaac Newton
Tampoco lo sabía Juan Manuel Fangio, a quien consulté en la ciudad de Buenos Aires, el día que la temperatura era de 50 grados centígrados de sensación térmica.
martes, diciembre 25, 2012
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