Los años setenta fueron pródigos en recursos económicos para nuestro país, se vivió dentro de una gran abundancia, a tal punto que los autos cero kilómetros se cambiaban a los dos años, vienen tiempo de "bundancia" dijo mi abuelo.
En paralelo, se desató el furor revolucionario de jóvenes idealistas, que inspirados en un principio de una justicia presumida desataron los caballos apocalípticos de una guerra interna que arrastró a la muerte a los cándidos entregados por los pícaros que se quedaron después con las recaudaciones obtenidas de los secuestros.
Se los llama "setentistas" a los próceres sobrevivientes, pero hay otros setentista, si se me permite el neologismo, que son aquellos cercanos a los setenta años de edad, que se formaron con con la vieja escuela humanista, inspirados en los clásicos y como ciudadanos del mundo tal hoy se encuentran diseminados por el orbe algunos y estudiando en casa otros.
Los unos imberbes (tal como Perón los nombró) los otros pelados.
Estos otros setentistas, dicen, tienen mucho para aportar, esperan pacientes su tiempo, como un desafío a ese otro tiempo que es el de la vejez, acaso una gerontocracia asome en el futuro, siempre y cuando se pueda hablar de futuro a los setenta años, que es algo mas cercano al delirio que a la razón, tal se deduce de la conversación que tuviera hace algunos años con el padre de un amigo que promediaba los sesenta años,que me dijo " mi futuro se cuenta en horas".
martes, agosto 05, 2014
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