EL PROFETA DE LA FALDA

Me lo contó el gaucho Calandria, que era el encargado de repartir los diarios y revistas en los centro de venta de la ciudad de La Falda, comía salteado aveces día por medio y muchas cada dos días, y no se sabe si por hambre, seguro que no por saciedad fuera visitado por extraterrestres quienes lo alimentaron e informaron sobre el origen de la humanidad para que la transmitiera al resto de la población aprovechando su carácter de transbordador de diarios.


El visitante llegó en una pequeña nave personal mono plaza de dimensiones acordes a su tamaño, del que descendiera el vocero y previa pregunta de si había comido sopa de tortuga, respondió que sopa hacía años que no comía, lejos había quedado en el tiempo cuando podía acceder a un puchero, pero de tortuga nunca, que no parecía fuera posible deglutir en forma alguna su casa caparazón.

Casualmente su caparazón responde a las condiciones ambientales de donde proceden las tortugas, que les permiten protegerse del ambiente hostil de su planeta refugiándose en su interior cuando sopla el Ború, que es un viento que suena como si fuera un tubo de órgano y que ante la decadencia de su medio decidieron emigrar buscando nuevo territorio y terminaron en la tierra aterrizando en un charco donde fueron seducidos por la ranas, capitaneadas por Venus.



Nace en ese encuentro la humanidad, de que eres su imagen, le dijo el visitante al gaucho, conocimiento que serás el encargado de transmitir empezando por la ciudad de La Falda y desde allí al resto del mundo y le entregó una réplica de una escultura precolombina de América de un humano saliendo del interior de un caparazón de tortuga.



Esto desató la Batracomiomaquia, le dijo,  la guerra de las ranas contra los ratones que pretendían conquistarlas pero que fueron rechazados porque no eran del gusto de los batracios por ser cuadrúpedos y demasiado amantes de comer queso.

Ademas le entrego una placa con la metamorfosis de las tortugas.