Nos estamos acercando al fin del trabajo, sin embargo como nunca
faltaran los emprendedores y los laboriosos a destajo, dejemos a ellos el mérito de la transpiración.
“Es un buen muchacho, lástima que trabaje” decía una madre
respecto a un candidato de su hija en tiempos de la Colonia Española en Buenos
Aires.
En mis tiempos de empleado administrativo, había alcanzado el
rótulo de vago, de tal forma, nobleza obliga alineado con la antigua tradición hispana no
puedo menos que procurar fundamentos a mi condición mas auténtica.
Al contrario los norteamericanos
crecieron y se instalaron a la cabeza del mundo a partir del trabajo, se sabe
que en los países protestantes del norte el trabajo es considerado una
obligación.
La mecanización y el desarrollo de la tecnología instalan hoy
en el centro del debate universal la
importancia del trabajo en la sociedad actual, lo que exige reconsiderar si la
economía debe desarrollarse a partir del trabajo o sólo de la producción, se ve
a la fecha, sociedades de alto nivel de
desarrollo se esclavizan con los índices de nivel de ocupación laboral, que
desata esa carrera de búsqueda de generación de empleos cuando debiera procurarse la generación de holgazanes.
El mejor estado para la naturaleza humana es aquel en que,
en tanto que quien no es pobre, no desee ser más rico, la inteligencia
esta en pergeñar un sistema para aquellos satisfechos que no desean medrar.
Sin embargo existen en el mundo bastas zonas en donde el
trabajo dignifica, hacia allá se debe girar la producción manual, los
holgazanes a por el estudio, que el conocimiento es el único patrimonio
auténtico de las personas.
Tu no ora, ahora tu labora
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