Brasil no necesita director técnico, por eso me sorprendió la noticia de su destitución hoy mismo, por cuanto Brasil puede formar un seleccionado en cada playas de su extenso litoral y dejarlos jugar libremente que sabrán que hacer para ganar.
Diferente es Uruguay, que le costará juntar mas de diez jugadores, pero será suficiente, hasta para salir campeones del mundo.
Esto lo digo con la autoridad que me otorgan, mis largos años de jugador infantil, que fue el tiempo mas riguroso, por la mañana a la escuela y por la tarde rápido los deberes y después futbol, todos los días, si todos los días.
Los encuentros se organizaban durante las horas de clases, se concertaban en alguno de los diferentes estadios, si estadios, que eran algunos de los tantos descampados existentes en ese tiempo, dos piedras hacían de arco en cada lado y era declarada la “canchita” de ese equipo en su barrio.
Todavía no era fácil contar con una pelota, pero siempre lográbamos alguna, al propietario que era el peor jugador se le asignaba un puesto insustituible, generalmente al arco, por cuanto de no ser incluido se la llevaba.
Los partidos eran a tres tiempos como en el rugby, la diferencia que en nuestro medio el tercero no era de copas sino de trompadas, que por supuesto si bien no puedo recordar las causas que dieran origen a los incidentes, nunca faltaban.
La partida era con un ojo negro o el labio hinchado, al otro día había que explicar a la maestra los hematomas, nadie contaba que había dicho en su casa.
Ninguno de nosotros nada envidia hoy a Maradona ni a Messi, no haberse dedicado al futbol marca la diferencia, por cuanto de haber sido así, hubiera sido infinitamente superior.
Dirán que exagero, pero esto se debe a la ignorancia por no habernos visto jugar.
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