El temor lo produce lo mas evidente, pero el riesgo se encuentra en lo oculto, esto referido a dos males, el calentamiento por un lado, y la polución proveniente de los desechos por el otro.
Durante el último viaje a Europa en el mes de Agosto 2019, conviví con la multitudinaria invasión de las ciudades por turistas de todo el mundo, tapizadas por automóviles y rutas colapsadas, viajeros del norte de Europa que se dirigen a las playas del Sur, otros que vuelven, o bien de un lugar a otro, forman caravanas interminables de vehículos Urbe et Orbi, mediante una operación de devolver a la atmósfera el carbono que en otro tiempo estuvo en la superficie.
Esta vez como tantas otras recorrí la ruta de Innsbruck hacia el sur, si bien en esta oportunidad lo hacía hacia el norte proveniente de Italia rumbo al Munich, maravillado como siempre por las Dolomitas, el cordón montañoso cuya estructura esta constituida por dolomía, una roca de carbonato de calcio y magnesio.
Viajaban en el mismo transporte, dos jóvenes cordobeses de la ciudad de alta Gracia, que se dirigían a Munich contratados en el área de alimentación, pero graduados en argentina como técnicos en Minas, a los que les señale las estribaciones para señalarles donde se encuentra parte del carbono que alguna vez fuera integrante de la atmósfera terrestre.
En efecto no poco carbono será necesario para terminar transformado en rocas convertidas en mármol no se entienda con esto, que merced a la reincorporación del carbono que quedo sepultado en mares de petroleo, llegue la humanidad a convertirse en lustrosos mármoles tal vemos en la imagen siguiente de las cuevas del Sur de Chile, sino vida.
Agrego, que en la actualidad la tierra tiene déficit de Carbono, y no hay que olvidar que los hombres y las plantas son carbono y agua.
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